jueves, 27 de diciembre de 2012

ESPIGADOR@S

Hernández, Fernando, Espigador@s de la cultura visual, Barcelona: Octaedro, 2007, p.62-68.

En primer lugar, Fernando Hernández nos explica que para elaborar esta perspectiva metodológica ha partido de trabajos anteriores relacionados con la comprensión de la cultura visual y las aportaciones que se pueden encontrar en la Educación crítica de los medios y de la cultura popular (ECMCP).
Se establece esta vinculación porque algunos de los planteamientos teóricos y metodológicos de la ECMCP constituyen un marco en el que confluyen los ECV en la educación; porque en una consideración amplia de los medios y de la cultura popular pueden incluirse los diferentes tipos de representación que forman parte de la cultura visual y porque el planteamiento pedagógico, en su dimensión política y concepción de la enseñanza que siguen estos autores, es la que Fernando Hernández sostiene en sus proyectos de trabajo y la educación para la comprensión crítica de la cultura visual.
Lo más importante de la ECMCP es el énfasis que se le otorga al papel de los medios y la cultura como portadores y mediadores de discursos. Para realizar una propuesta educativa que favorezca una aproximación que sea crítica y performativa a la cultura visual en la Educación de las artes visuales, hay que tratar de desvelar las prácticas y estrategias discursivas vinculadas a las manifestaciones de la cultura visual.
La primera cuestión que se plantea a la hora de llevar a cabo estos enunciados, es la necesidad de identificar las posiciones de los docentes, pues sus posiciones reflejan valores, temores e incertidumbres respecto al papel educativo de la cultura visual.
Alvermann, Moon y Hagodd (1999: 23 – 29) señalan cuatro perspectivas de enseñanza relacionadas con la relevancia que el profesorado da a la cultura popular.
1.      La perspectiva proelitista. Hay educadores que consideran las manifestaciones de la cultura visual como una influencia negativa para los niños, debido a que sus mensajes favorecen la violencia, comportamientos sexualizados, etc. De esta manera, los objetos y representaciones de la cultura visual se presentan como malas influencias y a los estudiantes como espectadores pasivos. Desde esta perspectiva, se limitan las posibilidades de aprender tanto del profesorado como de los estudiantes y reduce una realidad potencialmente rica.

2.      La perspectiva analítica. El profesorado próximo a este enfoque valora la importancia de la cultura visual en la vida de los estudiantes y lleva ejemplos al aula como medio para examinar “textos” de la cultura visual. Esta perspectiva suele utilizarse cuando los docentes tienen claro que los estudiantes son consumidores de cultura visual. Estos educadores tratan de que los estudiantes aprendan cómo analizar críticamente los objetos, imágenes y producciones de la cultura visual.

3.      La perspectiva de la satisfacción. Los educadores ponen énfasis en los placeres que la cultura visual proporciona a los estudiantes. Desde este enfoque los docentes prestan atención a las posiciones de los estudiantes y no tratan de forzarles a analizar y criticar lo que les gusta. Los educadores al no animar a los estudiantes a prestar atención a las manifestaciones de cultura visual desde un análisis crítico, pueden acabar validando los placeres de los estudiantes pero sin ayudarles a construir o mejorar su crítica de los mismos.

4.      La perspectiva autorreflexiva. Se plantea a partir de la revisión de los enfoques anteriores y tiene en cuenta aportaciones procedentes del análisis cultural postmoderno y los Estudios feministas y culturales. Esta orientación trata de enfocar los temas de análisis, satisfacción, posicionamiento y audiencia de tal manera que favorezcan el debate y la adquisición de criterio entre los aprendices. Los educadores reconocen la cultura visual como una parte real e influyente en la vida de los estudiantes. Es por eso que la rescatan para propiciar experiencias de subjetividad y para aprender formas complejas de comprensión e intervención social. Esta perspectiva favorece también el compromiso con el objetivo global de los estudios críticos. Lo que se persigue no es realizar un análisis de la cultura visual dentro del aula, sino proporcionar oportunidades a los aprendices para explorar cómo las manifestaciones de la cultura visual están situadas dentro de relaciones de poder, en la medida en que contribuyen a conformar las dimensiones emocionales, políticas, sociales y materiales. Es una oportunidad para afrontar una experiencia de aprendizaje que posibilita nuevos posicionamientos, formas de comprensión y de actuación.

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